Franqueza, claridad, valentía, ingenio, humor mordaz y singularidad son
características que enmarcan de forma fiel la ideas convertidas en textos
redactados con tanta perfección por nuestra querida Lynn Yaeger en
publicaciones tan elevadas como Vogue; Ella se ha convertido en la periodista de
moda Neoyorkina por excelencia y en uno de nuestros fashion icons favoritos que
se une junto a Isabella Blow y Anna Piaggi para formar parte de un selecto e
icónico grupo caracterizado por su alto grado de excentricidad al momento de
vestir y su talento genuino al momento de hacer lo suyo.
Lynn es todo un fenómeno dentro de la industria, ya que no hay nadie como ella
para aportar de una forma tan chispeante alternativas textuales que nos hagan
comprender este complejo pero excitante mundo de la moda.
Una vez que uno empieza a leer párrafo a párrafo los textos de Yaeger no hace
falta especificar quien lo ha escrito al final, puesto que su personalidad viene
impregnada en cada palabra articulada por ella misma; Este mismo efecto sucede
con su estilo, es algo que difícilmente podremos confundir, lo digo enserio, nadie
porta con tanta presencia ese corte bob tan diminuto y definido que ronda entre
tonalidades naranjas y rojizas o esos dark lips levemente exagerados que
enmarcan la tez tan blanca de su rostro, sin olvidar por supuesto, su toque
personal al agregar con habilidad telas sobre telas bajo un esquema bastante
estudiado, obteniendo conjuntos que a nadie se le hubieran ocurrido jamás.
“...Y pensé, si gasto todo el dinero del préstamo estudiantil en vestidos, entonces
me sentiría más segura de como luzco y solo tendría que concentrarme en
trabajar y estudiar. Compré estos seis vestidos franceses, todavía los recuerdo,
eran hermosos”
No bastó con estudiar Sociología e Historia del Arte; Una decisión por comprar
vestidos o no, ese fue el momento en el que se presentó ante Lynn Yaeger la
primera oportunidad de acercamiento a una nueva faceta: El mundo de la moda;
Aun y cuando se encontraba estudiando un posgrado en Economía Política en la
New School de Nueva York eso no fue impedimento para que la futura periodista
se dispusiera a buscar un trabajo que le ayudara a recuperarse económicamente
después del arrebato de vanidad a nombre de aquellos vestidos, fue así como
inesperadamente logró formar parte del departamento de publicidad en The
Village Voice y tiempo después se convirtió en escritora de tiempo completo
dentro de este mismo periódico.
Cuando uno escribe nunca se imagina quienes son las personas que nos leen allá
afuera, para la periodista solo bastó un golpe de suerte...fue como la bienvenida a
su segunda oportunidad, el segundo de los textos creados por Lynn que contenía
un ligero toque humorístico llegó a manos de Helen Gurley Brown, en ese
entonces editora en jefe de la revista Cosmopolitan, quien quedó fascinada por el
talento de Lynn, e impulsada por el encanto se puso en contacto con el editor de
The Voice para recomendarla, para su fortuna y sin predecirlo fue el trabajo en el
que duró 30 largos años.
Terminado su ciclo en The Voice, New York Magazine se contactó con ella para
pedir su participación cubriendo shows y eventos...”It was such a gift out of the
blue. It was very Cinderella.”- afirma Yaeger.
La audaz mujer de Nueva York poco después se convirtió en una Vogue woman,
colaborando como editora en la revista americana y en el sitio web de la misma.
La capacidad de adaptación por parte de este gran ícono me sorprende
enormemente, cuando no está escribiendo sobre moda, la puedes encontrar
comprando en mercados peculiares alrededor del mundo, tranquilamente.
Lynn Yaeger ha construido un legado permanente que nos hace ver que aquellas
personas que desarrollan esta especie de perspectiva individual son las que no
dependen de lo que el mundo dice, no son como la mayoría dictan que deben ser,
eso es lo que realmente interesa. Podríamos decir que Lynn es una de ellas... La
única regla vigente y que nunca caducará es SER UNO MISMO.
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